"Matar a un niño indefenso, y que lo haga su propia madre, da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer, porque la tragedia se la traga ella" - Javier Martínez, arzobispo de Granada, en su homilía del pasado domingo. Lo mejor viene después, cuando, a raíz de la polémica suscitada por estas impresentables declaraciones, la oficina de información de los Obispos del Sur intenta arreglarlo mediante la siguiente aclaración: "El arzobispo se refería a que si la madre es capaz de matar a su propio hijo, el varón tiene entonces autoridad absoluta para hacer lo que quiera con ella y con su cuerpo".
Por si a alguien no le había quedado suficientemente claro a lo que se refería el arzobispo granadino o el tremendo y disparatado delirio machista y criminal que anega las mentes de estos hombres de dios.
Y por respeto y pudor no voy a decir aquí a lo que tendríamos derecho, siguiendo el mismo razonamiento eclesial, a hacer con los curas hallados culpables de actos de pedofilia.
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