Como quien se asoma en Semana Santa al balcón de una céntrica calle de Sevilla, a ver pasar las procesiones de Semana Santa, héte aquí a todo el Cielo, con sus miriadas de almas al completo, 'asomado' a la Jornada Mundial de la Juventud, cita de obligado cumplimiento por decreto divino (y ¡ay! del alma que se lo salte).
Normalmente, las almas dedican su tiempo a la contemplación de la Gloria Divina o a deambular curiosas por los rincones del vastísimo universo, pero no hoy. Hoy, el punto que acapara el interés es el 'bolo' que el emisario de Dios en la Tierra tiene en Madrid. Hay que imaginarse la totalidad del censo celestial concentrando toda su atención en esa única ciudad y, dentro de ella, en ese papa que se dirige desde un púlpito de lo más escenográfico a una multitud que lo contempla con arrobo. Habla y habla y habla, empleando términos como 'fe', 'verdad revelada' o 'vida en Dios' y mezclándolos caprichosamente en construcciones sintácticas y semánticas de difícil comprensión para cualquier no seminarista. Se podría decir que es un discurso repleto de frases hechas y dicho en un lenguaje lleno de misterio, pero que en realidad no dice nada. Pura charlatanería, vamos. Y eso, precisamente, es lo que está pensando en estos instantes la mayoría de las almas que asisten silentes a tamaño circo. Pero ninguna rechista, claro, se trata del emisario de Dios en la Tierra. Un verdadero pez gordo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se permite la entrada, cómo no, a todas las ideas.
Se prohíbe la entrada, cómo no, a cualquier insulto.