Y ahora intenten imaginar, en especial todos aquellos de ustedes que de verdad creen en el cielo, a todas esas almas que, atónitas, dirigen sus miradas a Dios, nada más haber contemplado cómo una bomba se lleva por delante a un grupo de noruegos que jamás le habían hecho daño a nadie y el mismo tipo que ha puesto la bomba asesina a no sé cuántos niños. Imagínenlo y díganme qué hará Dios a continuación, si ignorar las miradas de angustia que le apuntan o darles la explicación que le imploran, al estilo de "os debo una explicación y esa explicación que os debo os la voy a dar".
Si el cielo que ustedes imaginan sólo se sostiene con la segunda opción, entonces pensamos igual. Lo que pasa es que a mí la cabeza no me da para figurarme una posible explicación divina. No sé a ustedes.
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