viernes, 22 de julio de 2011

La Contaminación


Se trataba por entonces de hacer ver que nadie de los de Sortu era de fiar: todos -quien más y quien menos- habían tenido un pasado batasuno reciente -o un familiar amigo de uno que había estado suscrito a una publicación abertzale- y como Batasuna había sido ilegalizada, pues se deducía que ellos desde luego no podían ser trigo limpio. Es lo que se dio en llamar el principio de contaminación, un deporte de altos vuelos que se desarrolla en el mismo filo de la legitimidad democrática. Pero ya puestos a jugar, juguemos con todas las consecuencias y empecemos a atar el mismo tipo de cabos entre los autoinculpados de la Gürtel -que los hay- y los que aseguran no tener nada que ver. Empecemos a mirar a estos últimos con desconfianza, porque muchos de ellos han estado en cargos de poder y manejando dineros públicos. Si unos reconocen llevar el desfalco en la sangre, ¿qué nos impide pensar en una suerte de metástasis generalizada? Por mucho que Camps abra la boca para gritar su inocencia, la contaminación lo anega todo.

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