viernes, 13 de febrero de 2009

Mariano, Luis y Baltasar


Las gentes que disfrutan cazando en absoluto gozan de mi admiración. No suelo tenerlas en gran estima, porque a través de su afición exhiben con orgullo -aunque seguramente sin querer- la raíz depredadora de nuestra condición animal, reminiscencia de una evolución de diez mil siglos transcurridos en las cavernas de las que apenas acabamos de salir. Pero allá ellos, me digo, que tiene que haber gente pató. Si les gusta reunirse para cazar, que lo hagan cuantas veces les venga en gana, que éste es un país libre, como se suele decir. Y si uno es juez y otro es ministro de justicia, y ambos apetecen de la cinegética a la vez, pues que lo compartan fraternalmente, como debe ser.

No veo el problema por ningún lado, pero, como en nuestro imaginario colectivo existe La (genial) Escopeta Nacional de Luis García Berlanga, ha sido muy fácil retocar la situación para convertirla en piedra de escándalo y en regalo de reyes magos para esa especie de gato panza arriba en que se ha convertido el PP en las últimas jornadas. ¿Será posible que todo lo que le está sucediendo al principal partido de la oposición no sea otra cosa que una inmensa trama roja, gestada con tanta frivolidad como empecinado descaro, entre concejales del propio PP, cananas y alegres disparos a los rastrojos? ¿Cuándo se acordó la conspiración que haría temblar a la derecha toda? ¿Nada más llegar a la montería o después de la comida?

No parece sensato sostener que la situación sea el resultado de tamaña urdimbre, y sin embargo Rajoy lo hace. ¿Volvemos a las teorías conspiranóicas, mi Brey? Volvamos. Sí, es cierto. Se reunieron en esta cacería y otras muchas veces más, en restaurantes, logias y burdeles, encima y debajo de la mesa. Conspiraron y conspiraron hasta reventar de placer y siguieron conspirando. Por mí como si se establece que juez y ministro son pareja de hecho y les da por contraer matrimonio. Por mí como si se lo cuentan todo en la cama. Por mí, como si uno le dijera al otro al oído, entre arrumacos: "Anda, precioso. Díme que vamos a ir a por el PP."

Y al PP esto también debería importarle una higa, si tuviera limpias las manos y la conciencia, pero las pruebas demuestran que no es así. Tranquilidad en lugar de arañazos a diestro y siniestro (sí, a diestro también). Ésa sería la pose acertada, si no hubiera motivos sobrados para saltar a los botes salvavidas. ¿Tres penalties injustos, dice mi Brey? Más bien una tangana disparatada -¡iba a decir colosal!- con muchos goles en propia puerta. Si Mariano Bermejo y Baltasar Garzón quisieran empurar a todo bicho viviente, necesitarían, como mínimo, que hubiera denuncias para que hubiera caso. Y las ha habido. Y han provenido de las propias gentes del Partido Popular. Qué le vamos a hacer. Los cazadores son así.

2 comentarios:

  1. Felicidades Miguelo!!!

    ya estás en mis "Fabs Blogs"

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  2. Me encantó el articulo de Manuel Vicent de hace dos semanas, en El Pais del domingo. Mas o menos decia que lo peor del asunto era lo antiestético de ver a un ministro (¿de justicia?)disparandole a un hermoso y poético ciervo...

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