El delta del Mississippi fenece, mientras los ejecutivos de British Petroleum van ultimando los detalles de sus próximas vacaciones estivales que ya están a la vuelta de la esquina (¿Un hotelito de lujo en Abu Dhabi? ¿Un safari a los pies del Kilimanjaro? ¿Un crucero privado por las Seychelles? Son tantas las opciones...). Uno se pregunta cómo es que no tenían nada previsto para el caso de que sucediera una incidencia tan probable a corto, medio o largo plazo como una rotura de un conducto con el consiguiente escape de petróleo. Se llaman British PETROLEUM. Cabría pensar que es a eso a lo que se dedican profesionalmente, a la extracción y comercialización del oro negro, con unas garantías mínimas. Les veo en la tele con cara seria, como si estuvieran verdaderamente preocupados por la que han montado.
Si hubiera un gobierno mundial tipo la ONU, pero con lo que hay que tener, imponía a BP una multa de muy padre y señor mío (75 millones no es nada para ellos), se quedaba con todas sus instalaciones y acciones y les prohibía en adelante dedicarse al tema. Por gamberros. No descarto la cárcel ni Guantánamo. En una vuelta más de tuerca, les grabaría en la frente el logo BP a todos los altos ejecutivos, a lo Tarantino. Que vayan a Abu Dhabi, al Kilimanjaro o a donde el diablo perdió la chola, pero que todo el mundo, allá donde vayan, sepa quiénes son y lo que han hecho.
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