La Comisión de la Verdad es un cacho comisión. Con ese nombre, ya me dirán ustedes. Investigará lo acaecido en Honduras desde los momentos previos al golpe de estado que derrocó a Zelaya hasta hoy y no les quepa duda de que no cejará en su empeño hasta que resplandezca la Verdad. Así, con mayúsculas.
Es una comisión harto necesaria, vive dios, porque, ¿qué fue lo que pasó en realidad? ¿Alguien lo sabe? ¿Fue verdaderamente una asonada perpetrada por Micheletti, el Ejército, la CIA y la Corte Suprema de Tegucigalpa o fue sólo la acción debida, en estricta aplicación de la Ley y la Constitución hondureñas? ¿Llovía aquel día? Los campesinos y profesores escolares abatidos por los disparos al aire de las fuerzas del orden hasta el día de hoy, ¿qué hacían, volando a esas horas y sin permiso? ¿Alguien vio a Zelaya en pijama? ¿Eh? ¿Alguien lo vio? ¿No será todo mentira?
Pues agárrense los machos, porque aquí llega la Comisión de la Verdad. De ella forma parte la mismísima España, cuyo gobierno trabaja denodadamente por el regreso de Zelaya a su país. Ah, ¿que no lo sabían?
Poco importa que, por motivos de "seguridad nacional" aducidos por el actual gobierno golpista, parte de la investigación no se vaya a conocer hasta dentro de 10 años. No importa nada, créanme. Porque la verdad ya tiene quien la busque durante todo ese tiempo -diez años es tiempo más que suficiente para desentrañar incluso a la Madre de todas las Verdades-, mientras Pepe Lobo mantiene dulcemente su puesto de presidente, permitiendo que le investigue toda una señora comisión. Si ese tipo no es un demócrata, que baje dios y lo vea.
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