jueves, 7 de octubre de 2010

Una de fútbol


Sin avisar, me vino al recuerdo una jugada de fútbol de la Unión Deportiva Las Palmas que presencié en el Estadio Insular de Gran Canaria, siendo niño. Un jugador -creo recordar que era brasileño- que no llegó a cuajar en el estilo de juego del equipo canario se quedó arrodillado en el área pequeña, atándose los cordones de las botas al final de una jugada de ataque. Estaba agazapado en el ángulo de visión ciega del portero, esperando ladinamente a que soltara el balón para hacerse con él y marcar un gol tonto. El portero acabó por adivinar el juego sucio, antes de que nada pasara, porque el público ya le venía recriminando con silbidos la acción al delantero listillo. Entonces no se toleraba esa falta de deportividad y de fair play en el fútbol. Tal vez, ni siquiera en la vida. No valían los goles marcados de cualquier manera. Contaban el honor y la honra. Pero eso era entonces.

La verdad es que no sé a cuento de qué les cuento yo esto. Seguro que es por algo, pero no se me ocurre.

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