martes, 12 de octubre de 2010

Qué alegría cuando me dijeron...


Hay motivos para la alegría, pese a todo. Dentro de nada va a tener lugar en EE.UU. el primer ensayo clínico con células madre embrionarias. Al menos, que se sepa, porque quiero pensar que la ciencia ya ha tenido la osadía de probar a escondidas de los inquisidores, tal como se veía obligado a hacer Miguel Servet a espaldas de la Iglesia. Espero que el ensayo realizado por instituciones privadas -que no dependen del dinero público frenado por los salvadores de almas- tenga éxito y que la persona parapléjica que se ha prestado a realizar las pruebas recupere algo de movilidad, si no toda. Ya me imagino su felicidad y la de los suyos. La compartiré también, si el sueño se hace realidad, como lo haría cualquier ser humano ante éste y cualquier otro avance de la ciencia que nos facilite y mejore la existencia. Y que salga luego el cura a dar la matraca con que eso no es lo que Dios quiere y demás pamplinas por el estilo. Que salga.

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