martes, 26 de octubre de 2010

Ballstoucher Wikileaks


El sitio web Wikileaks es sobre todo un escaparate abierto al mundo, en el que se muestra la verdad desnuda mucho más allá de lo que nos cuentan los telediarios en las más o menos apacibles sobremesas de Occidente.

La cosa funciona tal que así: Usted es soldado norteamericano destacado en Irak. Usted no acaba de aprobar lo que sus compañeros hacen con los prisioneros de guerra en la cárcel de Abu Ghraib, por ejemplo. Usted tiene fotos de sus compañeros partiéndose la caja mientras humillan a un tipo desnudo y maniatado y cree firmemente que esas imágenes no deben permanecer encerradas en el disco duro de su conciencia ni un día más. Entonces, usted remite esa información a Wikileaks que la hace pública sobre la marcha, para escarnio y vergüenza del ejército más 'poderoso' del mundo. La verdad sale a relucir en todo internet, llegando en un chispazo a todos los confines del planeta.

Julian Assange será todo lo personalista que se quiera, pero no cabe duda de que lidera muy eficazmente lo que en estos momentos es uno de los mayores quebraderos de cabeza del Pentágono y de todo el estamento militar de los EE.UU.

Se queja Hillary Clinton (el 'poli' bueno) de que la filtración de documentos que hace Wikileaks pone en manos de AlQaeda la vida de muchos soldados y civiles. Puede ser que así sea, pero hasta ahora los hechos demuestran que los únicos civiles que caen a diario -y lo hacen como moscas- en esas guerras neocoloniales son los de los países invadidos. Y tienen derecho, al menos, a dejar de ser moscas -o simples 'daños colaterales'- y a que se sepa quién acabó con su vida, cómo y por qué. Aunque sólo sea por simple cuestión de dignidad humana y porque nosotros no querríamos ser tratados de la misma manera en que los tratamos. ¿O sí?

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