martes, 19 de octubre de 2010

Sergio Calvo


Conocí a Sergio Calvo en su estudio profesional de Las Palmas de Gran Canaria, situado junto al Teatro Pérez Galdós, cuando éste se encontraba en pleno proceso de remodelación y con sus tripas al aire. Sólo lo vi esa vez. Me citó para mostrarme los planos de la intervención que ha dado al coliseo su forma actual. Con gesto decidido los desenrollaba sobre su mesa, hablando en un tono muy afable y sosegado que no ocultaba en modo alguno su alarma por el transcurso de las obras, mientras denunciaba la inexistencia de unos planos de demolición que siguieran unas normas de seguridad mínimas para garantizar la correcta preservación de los revoques originales e incluso de los frescos de Néstor. Se lamentaba de que la intervención en los extremos de la herradura del hemiciclo y en la boca del escenario fueran a generar localidades sin visibilidad alguna sobre la escena, "una aberración que Miguel jamás habría consentido". Se lamentaba, además, de la elección del proyecto en sí, que a duras penas podría ser más antitético frente al legado de los hermanos Néstor y Miguel Martín-Fernández de la Torre. Fueron apenas dos horas de intensa y grata conversación las que me permitieron ver a un hombre profundamente herido en su enorme sensibilidad artística, que no se quería resignar a asistir como testigo mudo al proceso de deconstrucción que según él estaba sufriendo aquel edificio que sentía como propio. Pero un hombre, a la vez, al que tampoco acompañaban ya las fuerzas necesarias para liderar una batalla ciudadana que, por otra parte y con casi total probabilidad, jamás habría tenido lugar en la misma ciudad que hoy quiere ser candidata a la capitalidad de la Cultura. Desde la ventana del despacho de Sergio casi se podía ver el progreso diario de las obras y él, seguramente, se lamentaba día a día desde la impotencia. Han pasado varios años desde aquel encuentro y la tristeza que entonces me mostró es hoy tristeza mía. Sergio nos ha dejado y siento que, con él, muere algo de todos nosotros. Mis condolencias más sentidas a toda su familia y a los que ya le echan de menos.

2 comentarios:

  1. El Paraíso
    < Hemos de aceptar que la idea de Eliseo gravita en la mente como meta de felicidad en el encuentro con la naturaleza limpia y luminosa, mostrándose un paisaje evocador de ensueños. Mas el espacio y su fluorescencia e irisación estarán sometidos a las carencias y deseos de su forjador. Por lo tanto no habrá solo un paraíso sino tantos como los deseos de hallar los soñados campos elíseos. Y cada cual recreará el suyo >
    Sergio Calvo González

    Tuve la suerte de conocerlo, siempre estará aquí...

    Gloria Rivero Reyes

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  2. ¡Muchas gracias! ya han pasado casi 2años pero no puedo evitar alegrarme cada vez que encuentro algo sobre mi abuelo, me alegra ver que hay gente que lo admiraba como yo... muchas gracias.
    Un saludo, María Calvo

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