La libertad de información está en horas bajas: La Justicia del Reino Unido ha decidido finalmente que el presidente de Wikileaks podrá ser extraditado a Suecia, un país que asegura buscarlo para juzgarlo por un delito de agresión sexual, pero que en realidad esconde el extremo oriental de un agujero de gusano que conducirá a Julian Assange inexorablemente y sin escalas a EE.UU., donde se le espera con garras afiladas por delitos de alta traición y revelación de información secreta. Hay que recordar que la misma Justicia británica denegó en su día la extradición de Augusto Pinochet a España, donde se le pretendía juzgar por asuntos mucho más graves que un oscuro lío de faldas.
El juez Howard Riddle, del Tribunal Superior de Londres, falló a favor de la extradición del australiano por considerar que el sistema legal sueco garantizaba un proceso transparente.
De lo que cabe, pues, deducir que a Pinochet no lo extraditaron a España -tal como solicitaba el juez Garzón- por considerar que el sistema legal español NO garantizaba un proceso transparente.
Yo soy Federico Trillo, a la sazón Coordinador de Justicia y Libertades Públicas cuando todo aquello y gran Español donde los haya, y ahora mismito -y con viento de Levante- marcaba el teléfono de Su Graciosa Majestad, para decirle de todo menos bonita.
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