Da pavor sólo de pensarlo, pero, ¿se imaginan ustedes todas esas praderas infinitas pobladas de almas que no dicen nada? ¿que nunca dicen nada? ¿que no se comunican entre sí, porque les basta con la contemplación divina? Millones de seres que fueron, son y serán, alejados de la comunicación recíproca que un día les hizo humanos. Seres ensimismados, en sus burbujas, completamente dedicados a no incordiar ni ser incordiados por nadie, como en una eterna y mortalmente soporífera jornada de reflexión, pero sin nada que reflexionar. El Paraíso del inmovilismo. El Nirvana de los desclasados o de la Junta Electoral. Da pavor sólo de pensarlo.
A Javier Ortiz, algún tiempo después
Hace 1 año
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