viernes, 11 de febrero de 2011

Otro valiente paso de Zapatero hacia la paz


El Jefe del Gobierno confirmó ayer lacónicamente que ha autorizado la toma de contactos con el entorno de ETA. Poco después el portavoz del Ejecutivo aclaró que esos contactos «con el llamado MLNV» (Movimiento de Liberación Nacional Vasco) apuntan a acreditar que la decisión de la organización terrorista de abandonar la violencia es definitiva. Obvió decir —era innecesario— que, de confirmarse tal cosa, habrá negociación.

¿Cómo? ¿Entre quiénes? ¿Cuándo? ¿Dónde? El Gobierno no quiere entrar en detalles, y se entiende. Se sabe, eso sí, que José luis Rodríguez Zapatero está decidido a seguir el proceso muy de cerca, no delegando en nadie salvo para lo imprescindible. Lo más probable es que la tarea acabe subdividiéndose: habrá diálogo directo con ETA, de un lado, para evaluar el problema de los presos —aunque no sólo— y habrá por otro lado conversaciones más específicamente políticas, en las que todas las fuerzas parlamentarias habrán de tener participación.

Estamos, en todo caso, ante un giro fundamental de los acontecimientos, que afecta hasta al lenguaje: nunca el Gobierno se había referido al MLNV, utilizando estas siglas, como lo hizo ayer. La iniciativa que ha emprendido desborda ampliamente no ya sus planteamientos iniciales —que para qué recordar— sino incluso posiciones más matizadas y recientes, como la que exigía «un signo inequívoco» de ETA antes de pasar a mayores. Al final, ha optado por prescindir de los contactos exploratorios del Cesid —difícilmente podría encontrarse un organismo que suscitara más recelos en la otra parte— y tomar la iniciativa directamente y con valentía, como hizo John Major en su día con el IRA.

El Gobierno vasco ha manifestado la «gran satisfacción» que le produce la iniciativa de Zapatero. IU la ha calificado de «fabulosa». EA dice que «éste es el camino». Incluso UPN la ve «correcta». Sólo los portavoces de la cúpula del PP la han criticado. Se quejan con amargura de que no fueron advertidos de ella con la necesaria anticipación, lo que les mueve a calificarla de «imprudente». Pero hay que subordinar las formas a los contenidos. Así lo ha hecho el ex ministro Enrique Mújica y así lo ha remachado el portavoz de la Junta de Andalucía, para quien una decisión como ésta «no debería ser objeto de polémica».

Ante asunto de tanta trascendencia, los celos partidistas están de más. Si la paz acaba por lograrse, nunca será exclusiva de Zapatero: corresponderá a todos cuantos la hayan propiciado.

Nota del editor del blog: Este texto es una transliteración del editorial del diario El Mundo, publicado en su portada el 4 de noviembre de 1998. He respetado el original prácticamente en todo, sólo he cambiado a Aznar por Zapatero y al PSOE por el PP, nada más.

Y nada menos.

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