sábado, 22 de enero de 2011

Escenas Celestiales XCIII


- De verdad que no te entiendo. ¿Por qué no te gusta estar aquí?
- No, si gustarme, me gusta... pero no me acabo de ver tan feliz como tú.
- Qué es lo que no te hace feliz?
- Pues que este sitio es incomprensible para mí, porque es indescriptible, inimaginable, insondable e inexplicable para cualquier ser humano, pues somos limitados para comprender y describir lo ilimitado de Dios. Eso es lo que me incomoda. Que me gusta entender las cosas y con este sitio no hay manera.
- Pero estás mejor que antes, tras haber abandonado tu cuerpo y su peso, ¿no? En este sitio, aunque no se deje entender, queda atrás todo lo desagradable que hemos pasado en la tierra: malestares, penurias, agravios, persecuciones, dolores, enfermedades, inconvenientes, aflicciones, obstáculos, maldades, desagrados, contrariedades, rivalidades, competencia, tribulaciones. En una palabra: queda atrás todo sufrimiento. ¡Es genial! ¿No crees?
- Yo no he tenido nada de todo eso que tú dices y no lo veo tan genial.
- ¿Nunca sufriste?
- Nunca me llevé mal con nadie. Alguna que otra vez me hice algún chichón o tuve algún dolor de estómago... nada digno de ser recordado. Pero tal vez tengas razón. El que las haya pasado canutas en vida, seguramente estará agradecido de estar aquí ahora. El Cielo puede que sea un consuelo para los que no han tenido nada bueno y sólo miseria, pero yo he tenido una buena vida y esto me dice muy poco, la verdad. Y ahora que caigo, vivir en la miseria y anhelar el Cielo... ¿no están proporcionalmente relacionados?
- ¡Qué desgraciado eres!
- Por primera vez en toda mi existencia, sí.

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