sábado, 25 de diciembre de 2010

Escenas Celestiales LXXXIX


Era Navidad en la Tierra. Se celebraba el nacimiento del Hijo de Dios en toda la Cristiandad. La mayoría de las ciudades sufrían cierta metamorfosis, engalanadas con colorines, y hasta las personas parecían modificar sus comportamientos habituales. Luces mágicas en las ventanas y un poco más de amabilidad que de costumbre. Regalos y canciones. Todo muy bonito, si bien por poco tiempo.

Mientras tanto, en el Cielo, las cosas transcurren como siempre. Nada se ha movido ni un milímetro de donde suele estar. Nada es distinto hoy, todo es igual que ayer, como no podía ser de otra manera. Si preguntáramos a alguna de las almas que salen a nuestro paso por qué no se celebra la Navidad en ese lugar, no sabrían qué responder. La respuesta es que no puede haber ningún día mejor que otro, porque eso significaría que hay días peores que otros... y eso es imposible, porque en el Cielo no hay nada malo. Por definición.

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