viernes, 16 de julio de 2010

Misóginos...


A veces coinciden hechos o noticias aparentemente inconexos y de alcance dispar en un mismo y breve espacio visual. Ha querido la casualidad juntar -con apenas unos píxeles de distancia- la noticia de una nueva muerte de una mujer por arma blanca, probablemente a manos de su compañero sentimental, y la consideración de "delito gravísimo", por parte del Vaticano, de la ordenación sacerdotal de las mujeres. Cuando ambos titulares concurren, el nexo que subyace oculto aparece con una fuerza tan brutal que se hace imposible dejar de reconocerlo.

La misoginia es terrible y desoladora cuando parte de la pasión obcecada del que antepone egoístamente cualquier sentimiento propio a la vida de otra persona que suele ser mujer, pero es mucho peor cuando proviene de los que pontifican sobre el ser humano y las cosas y se erigen en faros egregios de la moral toda. Marchan por el orbe embutidos en ropajes con hilos de oro. No les escupo, porque ni eso merecen.

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