miércoles, 23 de diciembre de 2009

Rajoy, ese hombre


Los que siguen este blog saben que la foto acompaña normalmente al texto de cada entrada, pero hoy es al revés. La foto de Rajoy esgrimiendo la sarta de tomates es el meollo de esta entrada y el texto es puro acompañamiento y redundancia. Estando en el gobierno fueron los hilillos de plastilina y, ya en la oposición, la niña, su primo físico, los chuches, 'coloxal' y 'bobo solemne', todo ello adobado con un sempiterno olor a puros habanos. Un registrador de la propiedad carece -o debiera carecer, por definición- de alma aventurera, de modo que cuando se le hace andar sobre el alambre escénico, lo más probable es que acabe dándose un soberano tortazo por culpa de su impericia en tales lides. Y es lo que ha sucedido en este caso. Ni siquiera la prensa amiga le ha reído la gracia de tratar de meter con calzador a Aminetou Haidar y a esos pobres tomates en el mismo cesto. ¿Se puede hacer peor? Lo único que ha quedado para la posteridad es la ridícula fotografía de un triste y desangelado árbol de navidad humano con bolas rojas sobre fondo azul. Por qué Mariano hace caso tan ciegamente a sus disparatados asesores de imagen es un misterio digno de Hércules Poirot. Y que esos asesores no hayan dimitido ya, otro.

3 comentarios:

  1. Yo creo que ni Poirot habría podido despejar las incógnitas que se ciernen en torno a este pedazo de ejemplar de figura humana (que diria Chiquito. Lo que está claro es que de oportunistas está el mundo lleno, y de gente que piensa que los demás somos tontos también. Aunque dicen las malas lenguas que Aznar habría solucionado el tema Haidar rapitido, como en Perejil...no sé, no sé. Dejémosles que se organicen para plantear en el Congreso de una vez cuales son sus objetivos de cara a la próxima legislatura aunque van a tener que currar mucho, porque creo que ni ellos mismos lo tienen claro

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  2. Éste hombre cada día os es más tonto, o es que no sabe que hacer ya para llamar la atención de la España acusadora. Sí, esa que hace caso a todo lo que le dicen sin corroborar nada.

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  3. Diga lo que diga, los suyos le van a apoyar. Y él lo sabe.

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