- Estoy muy cansado y aburrido.
- ¿No te basta con contemplarme, hijo?
- Para nada. Puede que a las almas eso les parezca lo más de lo más, pero como yo vine aquí hecho carne, pues...
- No te basta.
- Pues la verdad es que no. Mira, papá. Llevaba tiempo queriéndote decir esto: Me dijiste que la cosa no iba a durar tanto. Una generación, todo lo más. Así se lo hice saber a todo el mundo antes de largarme de allí. He quedado como un mentiroso, papá.
- Descuida. Ningún cristiano te tomaría jamás por mentiroso. Va contra sus creencias. Te excusan argumentando que se trataba de otra de tus metáforas. La verdad es que el invento nos salió de escándalo, ¿eh?. Cuando pienso que han pasado veinte siglos y que siguen acudiendo a misa cada domingo y fiesta de guardar, no sé si felicitarme o partirme la caja de la risa que me entra.
- Son muchos domingos... a ver... déjame que los cuente...
- Ahórrate la molestia, ya te lo digo yo. Son más de 106.700 los domingos que han pasado desde que resucitaste.
- ¡106.700 días de miles de representaciones en toda la Tierra, sin contar las fiestas de guardar!
- Y sin apenas variaciones en el guión. ¡No me digas que no es para flipar!
- Es todo un éxito, sin duda. Oye, papá. ¿Tú no estarás retrasando mi vuelta a la Tierra, verdad?
- ¿Por qué iba yo a hacer eso?
- Te veo tan entusiasmado con tu éxito de taquilla, que me da la sensación de que quieres alargarlo todo lo posible. ¿Me equivoco?
- No. Si tonto no eres.
- ¡Haya paz! - exclamó el Espíritu Santo, pretendiendo zanjar la discusión. Dios y Jesucristo callaron de repente y se le quedaron mirando en silencio. Las almas que se habían arremolinado alrededor de la escena no comprendían nada de lo que estaban presenciando. ¿Qué clase de esquizofrenia impulsaba a aquel ser a comportarse como si fuera trino?
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