La tirita

La familia peligra, tal como la entiende Rouco, por varios motivos, a saber: porque la obtención del divorcio se ha puesto demasiado fácil (hoy en día, ya se sabe, la gente se divorcia por cualquier bobería), porque hay paro (sic), porque hay crisis (sic), porque se permite el aborto (¡sic!) y porque existen los matrimonios entre homosexuales (¡¡sic!!). Sugiero que monseñor invierta parte del dinero recaudado ayer domingo, mediante mensajes SMS, o una ínfima parte de lo que se llevan de nuestros impuestos, en una campaña que nos explique la relación directa entre los motivos aludidos y las consecuencias que no cita, pero que al parecer son tan desastrosas para la familia.

Creo que se le olvidó añadir otros factores de igual o mayor importancia, a mi entender, como son la violencia de género y los malos tratos, físicos y psicológicos, que imposibilitan cualquier relación familiar sana; el celibato, la abstinencia sexual y demás costumbres bárbaras que atentan directamente contra la estabilidad individual, el desarrollo equilibrado de las personas y la normal procreación; y también, por qué no, la obligatoriedad de ir a misa los domingos y fiestas de guardar, que sustrae un tiempo precioso a la poca vida familiar en común que las ocupaciones laborales permiten. Por no citar a su dios omnipotente, que no sé qué hace que no ha puesto freno ya -en plan Sodoma y Gomorra- a tanto desorden, desmadre y medalagana.

¿Recuerdan al entrañable Capitán Haddock intentando zafarse con desesperación de una tirita que no termina de despegarse y que no le deja vivir en paz? Le sucede en varias aventuras, es decir, con reiteración, y la tirita es pertinazmente pegajosa cada vez que aparece. De esta irritante forma, un objeto pensado para mejorar las cosas -al menos eso dicen los prospectos- acaba convirtiéndose nada más y nada menos que en un verdadero incordio. Dicho esto, me da a mí que el nombre de Rouco no sería una mala marca de tiritas y apósitos.