miércoles, 2 de diciembre de 2009

Aminetou Haidar o la dignidad


Aunque parezca mentira, hay quienes piensan que Aminetou Haidar está en huelga de hambre en Lanzarote sólo por incordiar o por montar el numerito. Entienden que las tres opciones que el gobierno español le ha ofrecido deberían bastarle para escoger la que más le convenga. Retratan a la activista saharaui como una doñita mal asesorada o como una ególatra personalista que no atiende a razones (no quiere el flamante pasaporte español que Moratinos le ofrece, qué se puede esperar de alguien así). Se les escapa que Aminetou hace lo que hace por dignidad (¿dignidad? ¿y eso qué es lo que es? ¿un juego de la PlayStation?).

Para poner fin a la soberana vergüenza que España provoca en este asunto, lo lógico sería que el gobierno español la embarcara lo antes posible en un avión con destino El Aaiún, así, sin pasaporte, tal cual llegó, acompañada por un equipo de médicos que cuiden en todo momento de su delicadísimo estado de salud y por un cuerpo consular de alto nivel que nada más aterrizar pregunte a la autoridad competente cómo han osado extraditar ilegalmente a esta mujer retirándole el pasaporte. Contestarán preguntando, con razón: "¿y por qué España ha permitido el acceso a una indocumentada?" También les dirán que se vayan por donde han venido, que allí no les está permitida la entrada. Pero ahí es donde, lejos de darse por aludido, Moratinos les recordaría a los policías de aduana marroquíes que su potestad sobre el territorio saharaui no está reconocida por la ONU. Cuestión zanjada. A partir de ahí, los médicos velarían por el completo restablecimiento de Aminetou y garantizarían que permanece a salvo con los suyos. Juan Carlos I llamaría a Mohamed VI y le diría: "Cuídamela bien, por lo que más quieras, hermano." Podrían hacer todo esto y mucho más. Y España aparecería como un país digno ante los ojos de la comunidad internacional.

Esto que digo no requiere ningún disparo ni coacción alguna. Bastan las resoluciones de la ONU que ya existen al respecto y la aplicación del Derecho Internacional y los Derechos Humanos en sus acepciones más básicas. Se trata de revertir la situación de Aminetou a como estaba hace unas semanas, en primer lugar, y, ya con la carrerilla cogida, tratar de revertir la situación del Sáhara hacia lo que hubiera sido de justicia en 1975. Por mucho que le pese a Marruecos, a EE.UU, al prescindible 'defensor' del pueblo Múgica, al interés general y al Sursum Corda.

España empezaría así a recuperar algo de la dignidad perdida hace 35 años, que se dice pronto. Se haría pasito a pasito, eso sí, empleando toda la diplomacia que haga falta con los fuertes y las buenas formas y mejores modos para con los débiles, empezando por presentarle disculpas a la muy digna Aminetou Haidar.

Pero si el gobierno español resulta que se lo hace en los pantalones ante el panorama que aquí se dibuja, siempre queda el recurso al arbitrio directo de la ONU. Que no sé por qué no está teniendo lugar ya.

1 comentario:

  1. Suscribo totalmente tu planteamiento. Lo que no acabo de ver es por que las cosas no son de esa manera que sería la más idóneo a la par que lógico. España, la O.N.U...; está claro que siguen habiendo paises, naciones grandes y pequeños/as, a los cuales se les mira por encima del hombro, cuando no se gira la cabeza a otro lado. Espero que a esta mujer no le ocurra nada malo (aunque peor de lo que está pasando, sería quizás la muerte) por su bien, y por el bien de la imagen que los saharauis tienen de una gran parte del pueblo canario que siempre ha apoyado su causa con cariño y constancia.

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