viernes, 15 de abril de 2011

La Ley de la Madre Tierra


Seguramente llegará el día (más nos vale) en que esta iniciativa la tome la Organización de las Naciones Unidas, pero, por ahora, el honor le corresponde exclusivamente a Bolivia, que va a ser el primer país en dotarse de un Ministerio de la Madre Tierra y en otorgarle a la naturaleza el mismo rango de derechos que a los seres humanos, a saber:
  • el derecho a la vida y a la existencia;
  • el derecho a continuar ciclos vitales y  procesos libre de la alteración humana;
  • el derecho al aire  limpio y al agua pura;
  • el derecho al equilibrio;
  • el derecho a no ser contaminada;
  • el derecho a no tener su estructura celular contaminada o alterada genéticamente;
  • el derecho a no ser afectada por megainfraestructuras y proyectos de desarrollo que afecten el balance de los ecosistemas y las comunidades de los pobladores locales.
La lista incluye hasta once derechos, pero bastan estos siete para ejemplificar lo que la Ley de la Madre Tierra puede suponer en cuanto a cambio en la relación del ser humano con el mundo del que forma parte. Ya estoy oyendo a los ridiculizadores profesionales poniendo a caer de un burro a Evo Morales, tachándolo de hippie trasnochado, pero no tengo ninguna duda de que las generaciones futuras valorarán en su justa medida la importancia de este primer y decidido paso hacia la integración del progreso y la sostenibilidad en un mundo de recursos finitos. Un mundo de dimensiones limitadas y semicontaminado casi para los restos, en el que el crecimiento exponencial continuado se ha revelado como un absurdo y una entelequia, por mucho que constituya la raíz misma del sistema económico en el que chapoteamos tristemente desde hace ya más de dos siglos y que nos 'suicida' poco a poco. Así de irracionales somos y Bolivia viene a poner humildemente algo de raciocinio, en todo este potaje, con esa Ley. Bienvenida sea.

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