sábado, 9 de abril de 2011

Escenas Celestiales CIV


Todo estaba perfectamente organizado para que la comtemplación de la Gloria Divina fuera lo único que hubiera que hacer. Sin nada más de qué preocuparse, las almas se arremolinaban y se movían de aquí para allá a su alrededor, de forma sinuosa. Cualquiera que hubiera podido contemplar la escena desde la distancia habría disfrutado como un enano, observando sus movimientos en manada, que asemejaban a las limaduras de hierro que trazan las estelas de los campos magnéticos en torno a los polos de un imán giratorio. El imán era la Gloria Divina, claro.

No voy a explicar aquí en qué consiste la contemplación de la Gloria Divina, pero en verdad os digo que no es comparable a nada que cualquiera haya podido experimentar en su existencia mundana. El éxtasis es total. Sin embargo, una de aquellas almas -que también contempla constantemente la Gloria Divina, sin apartar de Ella su mirada extasiada- de vez en cuando se pregunta por qué un Dios capaz de algo tan sublime, grandioso y -efectivamente- divino, luego resulta que no puede soportar a los comunistas o a los homosexuales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se permite la entrada, cómo no, a todas las ideas.
Se prohíbe la entrada, cómo no, a cualquier insulto.