miércoles, 11 de agosto de 2010

Perseidas


Cada 10 de agosto vuelven, sin que nadie las llame. Son las lágrimas de San Lorenzo. Cada estrella fugaz conlleva un deseo y esta noche es posible reclamar todo lo que se quiera y con todo el candor de que uno sea capaz, que estrellas hay de sobra: que cesen las guerras, que desaparezcan la estupidez y la injusticia de la faz de la Tierra, que todas las enfermedades encuentren su antídoto, que el periodismo sea independiente, que nuestras parejas e hijos nos quieran para siempre, que no haya pobres y que reine la paz.

Para un mes al año en el que las cosas se relajan y las noticias pierden peso, no deja de tener su gracia que el cielo entero decida ponerse a llorar.

Y discúlpenme que no escriba de la actualidad española, pero es que Trinidad Jiménez y Tomás Gómez se ven tan pequeñitos desde fuera del país...

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