Estaba yo contemplando en la fotografía de la agencia EFE el gesto severo y recriminatorio de Camps en las Corts, cuando reparé de repente en los demás diputados presentes en la imagen y, especialmente, en el que quizás se sienta normalmente a su derecha, que no sé quién es ni me interesa, pero que hunde su cabeza en el tronco hasta límites casi inhumanos. Jamás me acerqué ni de lejos a las más elementales clases de lenguaje corporal, pero creo que tampoco hace falta ser Lindsay Kemp para asegurar que este hombre de dios es, de los cuatro que aparecen en la foto, el único que parece reconocer algo de verdad en las acusaciones acabadas de verter por el diputado socialista Ángel Luna en las Cortes valencianas, demoledor informe policial en mano. De hecho, su expresión es el vivo retrato de la culpa y la preocupación.
Dejando al margen la posibilidad no descartable de una pasajera indisposición gastrointestinal, analizando esa papada exprimida al límite por la barbilla constrita -tensa la quijada- y escrutando esa mirada ladeada que parece querer rehuir a la mismísima realidad cuando no al propio Camps, la verdad es que este hombre parece estar pensando: "Paco, esta vez nos han pillado." Y él sabrá por qué lo piensa, que también juega en el equipo de casa.
¿Que se creían que Mourinho era el único con dotes de psicólogo? Por cierto, felicidades al Atlético de Madrid.