Recuerdo una breve conversación que mantuve la misma tarde de los atentados de Atocha. Un joven matrimonio me confesaba su deseo de que hubiera sido ETA la autora. Todo apuntaba a que no era así, pero ellos lo deseaban -me dijeron, literalmente, que querían que fuera ETA-, como si desear una cosa bastara para hacerla realidad. En la manifestación contra el terrorismo de ETA que tendría lugar horas más tarde, un amigo lúcido y muy informado se negaba a aceptar mi versión de los hechos, protagonizada en exclusiva por el terrorismo islámico. Él también quería que fuera ETA. Yo me maravillaba de esa especie de ceguera colectiva enfrentada a la tozudez de los hechos y a la lógica. El mismo domingo de las elecciones generales, Mariano Rajoy nos quería tan convencidos como él de la autoría de ETA. Y es el día de hoy y siguen escarbando con mezcla de nostalgia y desesperación entre los restos de los trenes, en busca de esa realidad que entonces les fue esquiva, arrebatándoles de paso el sillón del piloto. Una conjura, eso debió ser, porque dios y la verdad -y no sólo el tribunal supremo- están siempre de su lado. Del lado de los buenos.
Por eso ahora no me sorprende cuando Juan Costa, todo un ex ministro de Ciencia y Tecnología, expresa a estas alturas su deseo -y, según él, el de muchos otros militantes del PP- de que Jaume Matas pueda demostrar su inocencia. Oye uno decir esto y se los imagina con el rosario en la mano, pasando las cuentas, rezando por el honor incorrupto del presidente balear. Tal vez -se dicen-, si cerramos los ojos con fuerza y rogamos a dios desde lo más hondo de nuestros corazones, lograremos hacer desaparecer las decenas de cargos con pruebas a los que se enfrenta nuestro querido Jaume y que sólo pueden ser obra del maligno. De Zapatero, o sea.
El juez José Castro ya ha acusado a Matas -en un auto tremendo que hay que leer- de pretender burlarse de todos los españoles, pero eso nada importa a los que se aferran al deseo, porque el rosario tiene muchas cuentas. Más que el propio Matas. ¿Qué? Ah, nada. Me pareció que Rajoy había dicho algo. Tonto que es uno.