jueves, 8 de diciembre de 2011

Allí todavía son reyes.



He crecido oyendo y leyendo que vivimos en una Democracia y que eso es lo que nos caracteriza a las naciones más avanzadas del mundo 'libre'. Frente a tal privilegio, países como Cuba o Venezuela son definidos como dictaduras... y ya está, fin del debate.

Ahora que ya sabemos que nuestras democracias son sólo un paripé y que el poder real no está en manos de los políticos que elegimos, sino de los lobbies económicos a quien nadie vota, quizás sea hora de preguntarse si aquellas presuntas dictaduras acaso tal vez tampoco sean tal cosa (al fin y al cabo, si nos mentimos sobre nosotros mismos, ¿por qué no íbamos a mentir sobre los demás?).

No hace mucho, la líder de la izquierda alemana abogaba en un debate televisivo por la estatalización de la banca y otros servicios, dando para ello marcha atrás a las privatizaciones. El plató entero no se le echó encima de puritito milagro: que si estaba loca, que en qué mundo vivía, que si pretendía acabar con la propiedad privada... Ella esperó pacientemente su nuevo turno, para dejar a todos sin respuesta, al sostener que la libertad no es tal cuando no se es dueño de nada y no se tiene, por tanto, capacidad de decisión real sobre las cosas. Ante el pasmo de los contertulios, esta mujer esgrimía el argumento liberal de la propiedad como condición imprescindible para la libertad, pero lógicamente se refería a la propiedad y a la libertad colectivas, en definitiva, a la capacidad de elegir de los pueblos (democracia, creo que le llaman), sin sucumbir a Goldman Sachs.

Y me acordé de lo que suele decir uno de los cantantes del grupo cubano Orishas: "Las cosas que veo en Francia o en España, yo que sé, en países ricos en los que se supone que la vida puede ser más fácil, donde debería haber menos desempleo y la gente ser más feliz, no las veo en Cuba. Así que miras a Cuba y piensas: Allí todavía somos reyes, caballero".

Todavía.

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