miércoles, 25 de mayo de 2011

Crónicas de Berlín XV


En extensión, la ciudad de Berlín puede compararse con Gran Canaria. Como se puede apreciar en la imagen que acompaña a estas líneas, la 'altura' de la isla en el mapa puede ser casi el doble que la de la capital alemana en según qué partes, pero sus anchos coinciden. Resulta desconcertante desplazarse en llano todo el rato, desde San Mateo hasta Tasarte, sin dejar de ver ciudad en ningún momento, lo que en modo alguno llega a agobiar, porque miles de árboles disfrazan las avenidas de carreteras como las que uno recuerda (o incluso muchísimo más verdes que las que uno recuerda). Más desconcertante aún resulta hacer todo ese desplazamiento urbano sin escuchar un sólo claxon, ni presenciar adelantamientos de rally kamikaze. Algún que otro conductor rebasa de vez en cuando los límites de velocidad, pero sin pasarse demasiado ni hacer nada que le haga a uno llevarse las manos a la cabeza. Y los muy pocos que van de 'listos' normalmente llevan matrículas de regiones de la antigua Alemania Federal -me suelo fijar en esas cosas- y la gran mayoría son de Múnich. Se comprende que a ellos tampoco les gusta que les digan cómo han de conducir. Cosas de andar sobrado. O de ser católico, vete a saber.

En el jardín en el que estamos disfrutando de un estupendo asadero se presenta de improviso una pareja de felices ancianos. Deduzco que se trata de los padres del dueño de la casa, pero no es así. Son personas totalmente ajenas a la familia, que un buen día les pidieron permiso para utilizar parte del extenso jardín para plantar su pequeño huerto. Permiso concedido y ahí tienes las coles, las frambuesas y el ruibarbo, luciendo en todo su esplendor. Él y ella los riegan con cariño y esmero cada día. Amorosamente, le enseñan a mi hija la mejor forma de regar cada tipo de planta. Él está enfermo de cáncer terminal.

Gran Canaria tiene 21 municipios, cada uno con su alcalde, cuerpo de concejales y toda la basca. Berlín sólo 12 (distritos) y no parece que necesite más.

1 comentario:

  1. Eso que relatas, lo del tráfico y el verde, fue una de las cosas que me llamaron la atención cuando fui a Berlín. Y también me sorprendió que nadie aparcara en doble fila, que no hubiera apenas atascos, tampoco vi demasiados vados ni aparcamientos privados, ni zonas azules. Cuando paseas se escuchan los pájaros (flipa, en una ciudad de ¿más de tres millones de habitantes?). Los transportes públicos funcionan, el carril bici es tan ancho como las propias carreteras y media ciudad utiliza la bici... En estos casos, y después de lo que cuentas en el último párrafo, las comparaciones son odiosas...

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