martes, 24 de mayo de 2011

Desde lejos


Desde lejos las cosas se ven de otra manera. Su peso será probablemente el mismo, independientemente del lugar desde donde se observe, pero su gravedad no parece tanta desde la distancia. Es como si los contornos de aquellas formas se desvanecieran y de aquellos ruidos sólo nos llegaran estos ecos.

España vota masivamente al chalaneo, al compadreo, a la lotería de Fabra y a la corrupción. De eso sí me he enterado, pero tengo la suerte de estar rodeado de otro país y de gente que vive indiferente al tsunami que ha anegado toda la Albufera (bueno, ésta ya estaba anegada) y el resto de un país que se encuentra a más de 2.000 kilómetros de aquí, más allá de Los Pirineos. Tengo la suerte, decía, de estar rodeado de gente que habla con criterio fundado y reflexivo sobre muchos temas (la política es uno más de ellos), gente que abomina de la corrupción y ni se la plantea -aquí hay ministros que dimiten por copiar- y que me hace la vida, por tanto, más llevadera.

Y no. Aunque normalmente me alegra la alegría ajena, hoy no voy a felicitar a los ganadores de tanto despropósito. Yo tampoco felicito a gente que triunfa con esos principios ni a los votantes que les miran desde abajo pensando que tal vez podrían llegar a ser parecidos a sus votados.

Menos mal que sólo me llegan los ecos. De verdad que son un bálsamo esta otra gente, su país... y la distancia.

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