lunes, 2 de mayo de 2011

Bradley Manning


Bradley Manning es el presunto autor de las filtraciones a Wikileaks de miles de archivos de la Guerra de Irak. Un disco regrabable, con portada de Lady Gaga, le servía de soporte para grabar los archivos en cuestión día tras día en su destacamento, sin levantar sospechas entre sus superiores. Lleva preso desde que un confidente decidió delatarle a las autoridades norteamericanas. Demasiado tiempo encerrado en una celda de seis metros cuadrados, 23 horas al día, con la luz siempre encendida y con prohibiciones tales como la de dormir vestido o meter sus brazos bajo la manta al tratar de dormir, entre otras lindezas denunciadas por Amnistía Internacional, todo ello -dicen- para evitar un posible suicidio (lo cual no carece de lógica, porque ¿quién no pensaría en suicidarse en condiciones así?).

Manning está aguardando de esta forma a que se convoque la corte militar que ha de juzgarle (alguien dijo alguna vez que la justicia militar es a la justicia lo que la música militar es a la música).

Unos piensan que se le está dando un trato adecuado o incluso mejor que el que merece por traidor. Otros, como Daniel Ellsberg, piensan exactamente lo contrario: “Admiro el valor de Bradley Manning para sacrificarse y dar a conocer al público la futilidad de la guerra en Afganistán. Si ha hecho lo que se le acusa de haber hecho, lo felicito. Ha mantenido su juramento de defender la Constitución”.

Yo estoy con Ellsberg. En estos tiempos en los que el lenguaje disfraza la realidad con eufemismos y en el que tendenciosamente se nos ocultan las verdades más elementales, cualquiera que ayude a proporcionarnos información veraz es, además de un amigo, una persona justa. Salvar al soldado Manning es una prioridad moral. ¿Que cómo se 'salva' a un soldado? Aquí tienen algunas ideas.

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