jueves, 22 de septiembre de 2011

Troy Davis


Uno de los pilares básicos de la Democracia es una Justicia que garantice al acusado la posibilidad de una defensa asentada en la presunción de inocencia. Troy Davis se ha encontrado con un sistema judicial que obviamente no atiende a este principio, cuando todos los indicios apuntan a que se ha estado cometiendo una flagrante injusticia manteniendo su condena a muerte... ¡durante 20 años!. Los múltiples errores evidenciados en la instrucción del caso así lo indican. Incluso el principal testigo en su contra aseguró a otras personas haber sido el autor de la muerte que ha originado el caso. Pareciera que a los tribunales de Georgia, que fuera este negro o aquél o que haya un negro más o menos en el mundo les diera lo mismo. Y tal vez, en el fondo, sea así. De verdad, no entiendo a tanta gente que sostiene que ese país es la antorcha de la Democracia (antorcha como las del Ku Klux Klan, si acaso).

Cuando usted lea estas líneas, el estado norteamericano de Georgia habrá cometido asesinato en la persona de Troy Davis. Un pobre diablo que tuvo la desgracia de nacer negro en el lugar equivocado.

1 comentario:

  1. En “Matar a un ruiseñor” se planteaba el caso: acusado, negro, de violar a una mujer blanca, cuando todos los indicios apuntan lo contrario; pero al ser negro, y en una población sureña de los EEUU (las más racistas por los siglos de los siglos, amén) tiene todas las cartas en su contra, hasta el punto de que ningún abogado (excepto el memorable Atticus Finch) desea llevar el caso, dado lo previsible del veredicto final. Los distintos gobiernos americanos nos han hecho ver, a lo largo de la historia, que su país es el de la libertad y la democracia, pero siguen anclados en un pasado en el que el racismo, la pena de muerte y otros asuntos (guerras, intromisiones sangrientas) no han evolucionado. Y se han dado de miles de casos de ejecutados de los cuales, tras su muerte, se descubre su inocencia. Es la tragedia de la pena de muerte, que no ofrece vuelta atrás, y que ellos no logran erradicar de su cerebro, ni esa manera de morir, ni otras. Lamentable

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